1/08/2023
La disponibilidad de microchips se ha convertido en un elemento clave para la producción de diversas empresas dedicadas a la actividad industrial, alcanzando una dimensión global en lo que a importancia para la producción se refiere.
El cambio en las dinámicas de consumo como resultado de la pandemia global de COVID-19 causó un desabasto que se derivó de las previsiones de los fabricantes de automóviles: previendo una reducción de la demanda de vehículos como consecuencia de las restricciones a la movilidad, las empresas manufactureras decidieron recortar su demanda, cancelando pedidos de semiconductores necesarios para mantener los niveles de producción habitual.
En contraste, las solicitudes de microchips como componentes de artículos electrónicos aumentaron para satisfacer los requisitos de producción de computadoras, tabletas y otros artículos similares, como consecuencia de los requerimientos de estos artículos para lograr la adaptación a las tendencias de trabajo remoto.
Con el paso del tiempo y el aumento en las tasas de vacunación en todo el mundo, la posibilidad de reactivar la economía después de un periodo que podría considerarse como una suspensión temporal global, la industria automotriz retomó sus tasas de actividad y, en consecuencia, las solicitudes de semiconductores en niveles habituales para la manufactura. Esto provocó una acumulación de pedidos y una demanda que superaba la capacidad de producción.
La complejidad de la manufactura de microchips y las variaciones registradas en la planificación fueron las causas principales de un retraso en la cadena de abastecimiento de los componentes, que derivó en la escasez de automóviles debido a los retrasos en el suministro.
Relocalización y diversidad de fabricantes, respuestas ante los retrasos en producción
Ante la complejidad para restablecer el suministro de microprocesadores con el fin de satisfacer la demanda de diferentes industrias y estabilizar las dinámicas de fabricación en el sector automotriz, distintos mercados con relevancia en la producción de vehículos han reaccionado con planteamientos para incentivar la fabricación de los componentes en nuevas áreas. Es el caso de México.
La producción global de microchips está concentrada en Asia, donde pocos países abarcan una amplia cuota de mercado: Taiwán y Corea del Sur se destacan entre los fabricantes globales, con 66% y 17% del total, respectivamente. Las interrupciones generadas por las restricciones de movilidad desde esos mercados resultaron clave en los problemas de distribución.
Es por ese motivo, y en concordancia con las tendencias de relocalización de los procesos de manufactura a los que la emergencia sanitaria de 2020 dio lugar, que el replanteamiento de los esquemas de operación en las cadenas de suministro cobra fuerza.
En vista de las limitaciones para obtener insumos, México, país que ha escalado en décadas recientes entre los fabricantes de automóviles gracias a la existencia y el impulso de áreas como el clúster automotriz del Bajío y el parque industrial en Guanajuato, muestran interés en impulsar la fabricación local de los componentes, sumándose a una iniciativa de Estados Unidos.
Una planificación que modificaría los esquemas conocidos
En su plan, Estados Unidos proyecta reducir la dependencia de la producción asiática acercando los procesos propios de la cadena de suministro global, para lo que el país latinoamericano puede convertirse en un importante aliado gracias la existencia de infraestructura en Jalisco y Baja California. El objetivo, de acuerdo con voceros de la Industria Nacional de Autopartes, es llevar a cabo la programación de los dispositivos en las instalaciones de Intel, WalCom y Skyworks.
México, un mercado con capacidad técnica
Además de la cercanía con Estados Unidos, que busa regularizar la productividad de sus industrias mientras reduce costos operativos y de transporte mediante la estrategia de nearshoring, México ha probado contar con la capacidad técnica para afrontar las fases de producción de la industria tecnológica.
El país no es sólo un receptor de armadoras automotrices desde hace décadas por la magnitud del mercado y la posibilidad de abordar otras regiones de Latinoamérica como centro de producción: diferentes empresas tecnológicas tienen en varias regiones de México actividades relacionadas con la industria farmacéutica, la producción de electrodomésticos e, incluso, una participación destacada en la industria aeroespacial, para la que figuran proveedores Tier 1, Tier 2 y Tier 3 que abastecen, desde regiones como Querétaro, Sinaloa y Baja California, a algunos de los fabricantes estadounidenses y europeos más importantes del mundo.
En la industria automotriz, el clúster automotriz del Bajío y el parque industrial en Guanajuato se verían involucrados en los procesos por su relevancia para la manufactura automotriz mexicana.
Aunque las líneas generales del plan están trazadas desde que Estados Unidos decidiera impulsar la producción de los componentes en Norteamérica, con un plan que incluye la inversión de 52,000 millones de dólares en Ohio, el proceso requiere tiempo para que la actividad comience: la fabricación de los semiconductores depende, en parte, de la disponibilidad de robots que ejecutan labores de precisión y cuya manufactura previa es el primer paso dentro de la planificación de parte de Estados Unidos para disponer de las partes electrónicas en cuyas fases finales de elaboración apoyará México.
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